Opus cero

La situación no es propensa de estupefacientes, no es por desgracia coherente, apenas puede balbucear su propio nombre, la presión no mitigó la insulina, y el placer se desperdició por todos los sentidos antes del primer orgasmo, las pequeñas ramificaciones vesiculares se desprendieron del amorfo concreto en las que estaban incrustadas, el jade y la obsidiana eran el tema de la noche, maldita hippie, odio tus zetas descompuestas, el pulso de mis manos apenas sostiene un cigarro de león, apenas el diente de tabaco me hace estructurar el cambio en las corrientes literarias, toda tu basura, en un pequeño bolso, al hombro, tifón y odisea, un par de libros que acompañan el humo de injustificada justicia, leyes y artes, ideas sin teoremas, capítulos y mas capítulos, tesis y novelas, el paracetamol no calma la fiebre, mas de una inyección pluricultural, aceptar esto y aquello, perderte en la vaguedad de la cátedra, el diazepam resuelve por si solo la violencia, las veces que uno se mira al espejo y la decadencia está para regocijarse por el decrépito texto, sigues usando la mecánica de las yemas de tus dedos para cifrar cual triste tallo sin raíces, el lenguaje de la antimateria, la histéresis de manos del único pedazo de microoscópica aprehensión, cual medicamento debía tomar?? Siempre lo olvido frente a mi buró, siempre me acuerdo del olvido frente al espejo, cuál libro estás leyendo?? por que sigo pensando que la escritura va a llegar... si la pluma ya no se mueve, si la sanguínea y la cinética, si ya no convergen... morir para escribir, intensa la disuasión, pero el cuerpo es primero que el pensamiento... ésta última, el gran concreto que tengo encima, el colado que atiborra mis sentidos, me leerás, me leerás?