Desplazamiento Simbiótico

Parece que no hay de que temer, el camino está abovedado, en el suelo, donde se juntan las curvas, existe un pequeño chorrito de agua fétida que remoja los pies, los refresca, no congenia la extravagancia del olor con la humilde y precaria presencia de belleza, como al principio, las piernas soportan la senda mórbida... compleja y convexa, difractando la velocidad del pensamiento, proyectándola en sentidos opuestos como el gélido alud de castigos, azotándose en tu espalda, hasta derramar arrepentimiento, suave la calma que acongoja la difteria creciendo en mi garganta... no soporto mas vivir dentro de ésta cloaca, pero el mundo afuera no dista de mi hogar... la lúz se vuelve sombría y miento al gritar, miento al sufrir, carcinógeno y frenético, como el choque de partículas elementales, incitadas a destruírse en contra de su propia naturaleza, solo para reclamar frente a un espejo, como levitante núcleo que no quiere morir, toda aquella conformación de ideas, toda filosofía de absolución, mi ánima no lleva perdón, segregando toda parte descompuesta, cayéndose a pedazos, leproso manifiesto, escrito y reducido a su máximo absurdo, pero sé que no es tu culpa percibir mi constante y molesta radiación, un hedor germinado, con el objetivo de nublar el cielo, ése desprendido de mi sucia sangre, siento náuseas de verme fallido, pues ahora soy parte del agua que se desperdicia en lo eterno, fluyendo hacia un agujero negro,
cayendo como lluvia purificado en el corazón, reiré de tí cual vulgar cerdo, no más de un fragmento de segundo para pestañear ante mi total extinsión.