Médanos

Prácticamente la piel ha desaparecido para dejar ver la tristeza que provoca mirar los huesos, el miedo al que te enfrentas caminando entre la arena, bajo el sol, con el alma en un puñado eléctrico de fragmentos incrustados por la última batalla entre las serpientes que han disecado tus ojos, en el horizonte se nubla la quietud, fata morgana que emula la salvación... aún en la tempestad, aún en el arremolinado vacío e intrigante coloquio de la inexplicable ciencia de la soledad, caminando bajo el sol de intrínseca maldad, de genética absoluta e incorruptible, laceraciones en el tejido espiritual, caminar sin rumbo hacia el futuro, sin humedad ni acuosa fé, esa que se derrama entre tus dedos, se acrecenta el lodo formado en tus pestañas, comienzas a dejar huellas en el vientre, el maldito polvo que no se va, que se cuela entre los dientes, es el desierto de tu habitual conglomeración, es tu raza en pleno, observala sin dejarla ir, no te apartes, no la niegues, esa manada en el evaporado lago de la quietud, sin vida ni recuerdos... a ella perteneces para desahuciarte, para desilusionarte... para morir seco.