Sinécdoque

Siempre parpadeando, ahora en blanco, gran espera y poca sustancia, atónito, bajo la gran carpa y el suelo de madera, cargo con éstas herramientas a sabiendas de que mi espalda lo reclamará por toda una eternidad, construyendo una metonimia para describir mi trabajo, no soy la espalda ni el corazón, tampoco soy los hilos ni el alma de la puesta en escena, solo soy un tramoyista mas desvaneciéndome en tu existencia, perdido en la actuación famélica del estupor denigrado en cada alma de los viejos años que llevo arrastrándome sobre el sudor de cada actor, aún puedo llorar dos veces seguidas viendo el mismo final, aunque los diálogos se repitan suavemente dentro de mis labios partidos por la ausencia de vida, aún asi, cada lágrima impávida ante la evaporación, se deja caer sobre tus cabellos, el surrealismo tiene su esencia sobre el fondo construído por mis propias manos, por que sé que nunca voy a dirigir, por que sé que nunca voy a actuar... solo imagino al mundo un poco mas distorsionado para tí, le agrego colores para que no sea tan gris, y entonces, me besas envuelta en una escenografía olvidada, que juntos sabemos que no es real pero cada minuto en sus brazos antes de su natural destrucción, se reproduce como una pequeña réplica de la ciudad dentro de mi imaginación, el sonido del martillo y las velas encendidas, solo para construír el fondo ideal, tal vez suene hermoso, pero es solo el comienzo de mi inevitable final.